Este año no teníamos pensado ir, pero tras un cúmulo de circunstancias y la aparición del ángel de la guarda sonorámica, allí nos plantamos dos días.
Y es que no hace falta estar todos los días para disfrutar de la esencia del sonorama. Yo con dos mañanas en la plaza del trigo, un cachi de croquetas y una buena compañía me conformo.
Ahora, a esperar al Sonorama 2014.
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